Las investigaciones sobre las historias de vida familiar: La contribución de Tamara Hareven

Roberto Cipriani


 Las investigaciones sobre las historias de vida familiar:


La contribución de Tamara Hareven



Premisa


En general en el campo del análisis biográfico han existido acuerdos pero también han surgido discusiones entre los estudiosos militantes de las diferentes disciplinas que son afines. Los protagonistas de estas controversias y discusiones han sido principalmente los historiadores y los sociólogos. Cada uno de ellos ha tratado de defender su propio “territorio de caza”. No son numerosos los casos en que se ha producido una amplitud científica. Entre estos últimos se encuentra el nombre de Tamara Hareven, una estudiosa que desde hace tiempo trabaja en el sector de la demografía histórica relacionada con la vida familiar; su trabajo apunta en particular a la relación entre tiempo de trabajo transcurrido en la fábrica (o en algún otro lugar de trabajo) y espacio cronológico dedicado a las problemáticas familiares.


Amoskeag


La obra que ha dado notoriedad a Hareven ha sido Amoskeag[1] escrita junto a su marido Randolph Langenbach, arqueólogo industrial. El trabajo ofrece los primeros datos de una larga y minuciosa investigación realizada en Manchester, New Hampshire, entrevistando a casi cuatrocientas personas, considerando como punto fundamental la actividad desarrollada en la industria textil local: Amoskeag. Esta fábrica funcionó hasta 1936 y fue el centro de la vida de los habitantes del lugar por casi un siglo (a principios del Siglo XX Amoskeag era el complejo industrial textil más grande a nivel mundial, con 17.000 trabajadores). Y fue exactamente gracias a la Amoskeag Company que se fundó la ciudad de Manchester. Por lo dicho se comprende fácilmente como la experiencia de la fábrica ha sido interrelacionada a la vivencia individual y familiar.


El grupo de investigación coordinado por Hareven estaba formado de la siguiente manera: tres responsables para las entrevistas, cinco encargados de las desgrabaciones, un editor de los textos recogidos, un consejero de alto nivel en métodos de entrevista (Ronald Grele, director del prestigioso International Journal of Oral History), seis personas encargadas de la dactilografía, un pool de secretarias en la Clark University y otros colaboradores con diversas funciones. El organigrama revela un conocimiento preciso de los problemas concretos que en una investigación surgen cuando se realiza la recolección de las historias de vida, trabajo que en este caso duró cuatro años.


El volumen publicado presenta 42 historias individuales y una de una familia (con entrevistas a cuatro de sus componentes). Cada uno de los textos transcriptos ha sido precedido por una breve introducción con informaciones esenciales sobre los protagonistas y acompañado por una o más fotos de los entrevistados. De este modo, la gente de Amoskeag, contando su experiencia de vida, aparece en primer plano sin que prevalezca el enfoque científico de análisis. Efectivamente el dato de la investigación – al menos en este libro – tiene su espacio específico y no está invadido en forma aparente por la interferencia del investigador, a quien en cambio le está permitido el discurso introductivo – que ofrece la separación histórico-sociológica de la factory-city – además de unas pocas páginas sobre la serie de biografías relativas al mundo del trabajo[2], a la huelga de 1922 y al sucesivo cierre de los establecimientos de la Amoskeag[3]


La documentación fotográfica que se encuentra en el texto, a pesar de no ser usual en obras de este género, no es secundaria sino por el contrario ha servido en 1975 para una muestra vista por una gran cantidad de ex-trabajadores de la Amoskeag, que se han reencontrado luego de más de tres décadas. De este modo el documento oral y el testimonio visual asumen las mismas funciones para recuperar la memoria histórica y para constituir el contenido esencial a ser analizado científicamente. Se enlazan también otros intereses: los del co-autor Randolph Langenbach en la arqueología industrial con relación al tejido urbano de una ciudad planificada y los intereses de Tamara Hareven por la adaptación de los inmigrantes en una realidad industrial[4].


Las dificultades de los primeros pasos han sido correctamente recordados por Hareven que escribe acerca del rechazo por parte de algunas personas a ser entrevistadas, poco convencidas de la importancia de su narración biográfica. Los primeros resultados positivos se obtuvieron a través de redes informales y recurriendo a algunos clubes. En particular fue decisivo el cierre de la Chicoppe Mill en 1975, fábrica que había absorbido en 1938 parte de los viejos trabajadores de la Amoskeag. El acontecimiento hizo reflexionar sobre lo ocurrido en el pasado de modo que la investigación sobre la Amoskeag adquirió un nuevo interés, acrecentado además – y después de algunos meses – por la muestra documental titulada “Amoskeag: A Sense of Place. A Way of Life” organizada por Randolph Langenbach en esa ciudad. A partir de estos dos sucesos la gente mostró una mayor disponibilidad para ser entrevistada.


A este punto vale la pena señalar cual fue el método para la recolección de las historias de vida. En primer lugar se trataba de obtener información sobre el entrevistado a partir de los datos existentes en los archivos de Amoskeag. Una vez iniciada la entrevista, los datos recogidos se comparaban con aquellos de la fábrica y si surgía alguna contradicción se trataba de efectuar verificaciones con terceros. El recurso de tomar los datos que poseía la compañía resultó extremamente útil en lo que se refiere a los nombres, los hechos y demás detalles relevantes.


Las entrevistas realizadas a canadienses de lengua francesa fueron primero desgrabadas y luego traducidas al inglés. Las entrevistas en inglés fueron transcriptas palabra por palabra, sin embargo no todas fueron publicadas en la obra. En efecto, los autores afirman: “Al seleccionar las entrevistas para el libro, no nos interesaba simplemente la unicidad de las experiencias individuales, sino que nos interesaba la variedad de las experiencias y las percepciones, así también la experiencia colectiva de esta gente en relación al modo de vivir los cambios históricos en un contexto común. Nuestra intención era recoger más los modelos comunes que las diferencias individuales. Por esta razón era significativo incluir narraciones y percepciones divergentes sobre el mismo acontecimiento, como también reiterar los elementos similares”[5].


Oportunamente Hareven señala que en la historia oral no tienen tanta importancia los hechos sino el motivo y el modo de contarlos. Algunos entrevistados sostienen de modo emblematico haber perdido el trabajo en 1922 (año de la huelga en la que participaron doce mil personas); sin embargo en sus fichas personales resultaba que trabajaron hasta el año treinta. En realidad, el evento de 1922 ha sido una experiencia traumática tal que representó para los trabajadores no sólo el inicio de la decadencia sino el final mismo del trabajo desarrollado.


Las historias de vida publicadas en el texto han sido organizadas siguiendo un orden cronológico con relación a las vicisitudes de la Amoskeag: la primera generación, la corporación, el mundo del trabajo, las familias, la huelga y el cierre, la generación post-cierre, el elogio final[6] al mundo del trabajo (de una entrevistada de 52 años de edad, tan habituada al trabajo nocturno que no logra dormir a la noche ni siquiera cuando no trabaja).


La investigación de Tamara Hareven ha provocado al mismo tiempo consensos y desacuerdos en los Estados Unidos. Para Robert Harney[7] de la Multicultural History Society of Ontario, Hareven ha realizado una obra como una artista (impresionista) y no como científica social debido a que ella no ha realizado elecciones neutrales en la presentación de las historias de vida sino que ha dado más importancia a los aspectos que coincidían con su propia visión y que se adaptaban al análisis de los conflictos entre patrones y obreros. En este sentido lo que caracterizaría la investigación sobre Amoskeag no es una exposición neutra, sino una clara elección de campo. Aunque no se puede acusar de deshonestidad a una estudiosa habituada a finas elaboraciones estadísticas y metodológicas, para Harney existe una transfiguración artística de la realidad realizada en forma manipuladora con el fin de verificar y justificar las premoniciones y los prejuicios de la autora.



Una entrevista a Tamara Hareven


Con el objetivo de clarificar cuales han sido los elementos esenciales de la metodología biográfica utilizada por Hareven[8] yo mismo le he realizado una entrevista en Stanford, California en el Center for Advanced Study in the Behavioral Sciences, en agosto de 1982. A continuación presento nuestro diálogo.


Ud. ha recogido historias de trabajo…


En primer lugar no se trata de historias de trabajo, al menos no son historias de trabajo en sentido estricto, son también historias de vida; éstas incluyen la historia sobre la emigración, la historia familiar y la historia del trabajo. No es la primera vez que este tipo de entrevistas es usado en los Estados Unidos. Mis entrevistas tenían un objetivo preciso dado que se referían a una comunidad. Y yo me interesé no sólo en las historias individuales sino también en las interrelaciones entre los individuos. Traté de analizar el modo en que las distintas historias individuales entraban a formar parte de un único modelo: el trabajo, la familia y la comunidad; y así, inicialmente, era fundamental para el proyecto de investigación entrevistar a las personas que habían trabajado en un mismo ambiente: la fábrica. (Ahora para el nuevo libro, Family time and industrial time, he entrevistado los hijos de esta gente, ellos no trabajan en el mismo lugar por lo que existe una mayor divergencia en la experiencia de trabajo y en la historia de vida).


He tratado de convencer a estas personas que su vida era importante, que mi interés no se dirigía a personas importantes y famosas sino hacia vidas individuales, por lo que su experiencia tenía mucho valor. Para ellos el elemento más convincente fue ver reconocida la importancia del lugar en donde habían trabajado y la importancia del trabajo en cuanto valor histórico. Este factor les dio a estas personas un sentimiento de orgullo porque por muchos años la industria textil había sido considerada un sector en extinción y esta gente experimentaba dificultades en su propia vida.


Por este motivo el hecho que un extraño, no perteneciente a la comunidad, reconociese la importancia de la industria Amoskeag, de la experiencia textil y de sus vidas, fue una experiencia nueva.


Otro elemento fundamental fue la muestra sobre la arqueología de la industria realizada por mi marido junto con un arquitecto: esto permitió a los entrevistados identificarse directamente, reconociendo la importancia histórica del lugar. A través de este sentimiento de pertenencia, pudimos facilitar la narración de sus propias vidas. El trabajo ha sido siempre un punto crucial, era más fácil hacer hablar a estas personas primero de su trabajo y luego de sus vidas. Sólo a través del trabajo era posible penetrar en la historia de vida.


¿Cómo ha sido posible llegar a hacer generalizaciones partiendo de casos particulares?


Nunca se puede estar completamente seguro de poder generalizar partiendo de las historias individuales; yo he entrevistado alrededor de 400 personas de grupos étnicos diferentes que habían trabajado en la fábrica en distintas épocas de su historia, con diversos roles. De este modo he podido obtener una amplia variedad de experiencias aunque no se trata de una muestra representativa.


Es importante aclarar que, si bien no siempre los recuerdos eran claros – y aun encontrando contradicciones en las narraciones, en las percepciones o en las interpretaciones de los eventos específicos como la huelga – emerge de las entrevistas un modelo común. Se produjo sin duda una convergencia de las narraciones que tenían que ver con las condiciones de trabajo, el paternalismo, el rol de la familia y las relaciones de trabajo. Es de este modo que los datos se enlazan. Así, aunque se trataba de historias de vida individual, había un terreno común y un cierto consenso en lo que se refiere a la vida en Amoskeag.


Por otro lado, no he entrevistado a quien había abandonado la comunidad. Si hubiera entrevistado a quienes partieron sin nunca volver, hubiera obtenido una imagen diferente. De este modo es necesario tener siempre presente la base sobre la cual se realizan las generalizaciones; y mis generalizaciones han sido elaboradas sobre la base de quienes estaban vivos, dispuestos a hablar y capaces de hacerlo, y que habían mantenido un fuerte sentido de identidad con la comunidad y la fábrica. Es posible que si hubiera entrevistado los que se fueron habría obtenido una historia distinta, aunque esto no es del todo cierto porque he buscado gente de otras localidades y también en este caso la historia era muy similar.


No he generalizado sólo en base a las entrevistas, sino que fui más lejos. Reconstruí el recorrido de la vida de cada individuo a partir de los archivos de la fábrica. Cada trabajador tenía una ficha, por ello fue posible controlar y comparar los datos con aquellos registrados en los archivos. Además, en mi nuevo libro titulado Family time and industrial time analizo una muestra elegida de los datos registrados que se refieren al recorrido de la vida y a los modelos de familia. De este modo he podido confrontar estos recorridos de vida con los archivos.


Sin embargo lo que surge de la entrevista es único, es la percepción individual y éste es el precio que hay que pagar. No se pueden obtener generalizaciones absolutas sobre la base de percepciones individuales, pero por otra parte, es la percepción individual la que nos permite comprender en profundidad aquello que podría haber sido el modelo general. Se trata de un acuerdo. En efecto, he desarrollado este trabajo con plena conciencia de tener que llegar a este acuerdo.


¿Cuál ha sido su interferencia como investigadora?


La intervención individual está constituida por varios procesos: una entrevista no constituye un documento objetivo, una entrevista no existe a priori. La entrevista es algo creado y es el resultado de la interacción entre el entrevistado y el entrevistador, la entrevista crea la realidad y tal creación depende en gran medida del interés del entrevistador, del modo en que el éste último formula las preguntas e interactúa con el entrevistado. Éste es un proceso que se construye desde el inicio y que es conducido teniendo presente este límite; por este motivo la transcripción ha sido hecha del modo más cercano posible a su esencia y no sólo al idioma. Por ejemplo hemos dejado en el texto frases como “they used me well” que correctamente en inglés significaría “they treated me well”; o cuando los entrevistados decían “we had to earn our daily bread”, hemos dejado las palabras inglesas “our daily bread” en vez de “we had to earn our living”. En este sentido, a pesar de haber tratado en lo posible de acercarnos a estas frases, se trata de una construcción.


¿Cómo ha resuelto el problema de la representatividad?


Este libro no tenía la intención de ser representativo del trabajo en las fábricas textiles sino se basaba en una muestra casual de entrevistas que se referían a este contexto. Mi intención principal era ofrecer una visión del mundo de los individuos que viven esta experiencia: del modo en que perciben su trabajo, su vida y la emigración. En este sentido, entre todas las entrevistas han sido elegidas las más articuladas, aquellas que contenían una narración más cohesiva y un mensaje que se dirigiera más allá de la experiencia individual, de manera significativa para la experiencia de otros individuos y para ser publicadas en el libro. Estos fueron los criterios relevantes para la selección de las entrevistas.


Se trató de elegir cuidadosamente este tipo de entrevistas partiendo de ciertas categorías, de modo que si dispongo de varias entrevistas que tratan de la primera generación de los emigrados, elijo entre las que se repiten, aquellas que más responden a estos criterios. Lo mismo vale para las entrevistas realizadas a la generación más joven, a los emigrantes franco-canadienses, a los irlandeses, a los polacos. En otras palabras, he tratado de mantener tales categorías también para aquellos que tenían oficios diferentes y elegir después, en el interior de las categorías, las entrevistas más articuladas que trasmitían mejor las experiencias individuales. Por el contrario no he elegido entrevistas que sostuvieran mi punto de vista y tampoco aquellas que podían verificar mayormente algunas hipótesis en vez de otras. He tratado que la gente hablase de sí misma; y mis hipótesis no formaban parte de los criterios de elección.


¿Cuál era el fin científico de Amoskeag?


El objetivo del libro era doble: se trataba de ofrecer algunas historias de vida de modo de permitir a los historiadores, a los sociólogos, a los antropólogos y demás estudiosos que observasen como los individuos respondían al sistema industrial, como lo percibían y se adaptaban al cambio, como usaban sus familias y de que modo éstas se adaptaban a tales transformaciones; pero se trataba también de dirigirse al gran público de modo que pueda comprender en profundidad tales experiencias de vida.


¿Por qué falta en Amoskeag una interpretación puntual de los documentos de vida?


He agregado al texto las notas al pie de la página cada vez que se detectaban contradicciones o equivocaciones; también he agregado una introducción histórica y una nota metodológica en lo que se refiere al modo en que los materiales habían sido recogidos y elegidos. Intencionalmente no he incluido mi propia interpretación teorética porque entre otras cosas estaba preparando otro libro Family time and industrial time. En éste último hago una interpretación teorética y uso las entrevistas para citar o sostener mi análisis; sin embargo en Amoskeag me pareció importante no interferir dando una interpretación de los materiales; aunque la estructura de las preguntas que hacía y el simple hecho de entrevistar aquellos individuos tenía un objetivo teorético científico. Creo que la experiencia comunicada a través las entrevistas puede ser usada para afrontar tal objetivo teorético.


Repito, queriendo presentar la experiencia de los individuos y su modo de experimentarla me pareció mejor tratarlos en mi segundo libro y no imponer mi interpretación. De este modo el material introductivo que he ofrecido no tiene la intención de ser un análisis de las respuestas de los entrevistados, sino que constituye la base histórica de la fábrica y de la ciudad de modo de permitir el conocimiento del contexto y los cambios ocurridos en la vida de los trabajadores.


En la introducción he querido evaluar tiempo histórico y tiempo industrial y he dejado que los entrevistados presentasen el tiempo personal y el tiempo familiar. En el segundo libro, en cambio, he analizado también estos dos últimos aspectos.



Tiempo familiar y tiempo industrial


La nueva obra que Tamara Hareven nombraba en la entrevista de 1982 fue publicada en ese mismo año con el titulo Family time and industrial time. The relationship between the family and work in a New England industrial community[9] y fue incluída – significativamente – en la colección “Interdisciplinary perspectives on modern history”.


La obra es seguramente un estudio ejemplar bajo muchos aspectos debido a que logra combinar datos cuantitativos y análisis cualitativo[10] en un único marco interpretativo, que se organiza alrededor del uso del tiempo. En este caso, a delinear la diferencia respecto al trabajo precedente sobre Amoskeag, el enfoque teorético y el esfuerzo hermenéutico parecen hasta redundantes y abusivos del simple dato bruto de una tabla o de una life history. Parecería que la publicación surge como respuesta a las críticas – sobre la escasa representatividad de la muestra y un fuerte subjetivismo en el optar por una u otra biografía – surgidas luego de la publicación del precedente libro en 1978.


Aquí, en realidad el corte teórico es más evidente e insiste sobre la adaptación de la familia tradicional respecto a la sociedad industrial en dónde individuos y familias han sabido encontrar las respuestas más adecuadas para resolver los problemas impuestos por los nuevos estilos de vida y por las exigencias específicas del trabajo y del tiempo industrial. Sin embargo, resulta que la familia no tiene sólo funciones conservadoras y autopromotoras sino también innovadoras y solidarias dirigidas a favorecer la acción colectiva. Una fuerte tendencia a la continuidad sea en el trabajo como en el hogar, es constante en la acción familiar. Lo mismo vale en lo que se refiere a la cultura tradicional, aún con modificaciones necesarias para soportar mejor el impacto de la modernidad. En definitiva, la acción familiar sería ambivalentemente prudente en el mantenimiento del pasado y la recepción de la novedad.


En concreto, la opinión corriente de que la sociedad industrial ha impulsado cambios en ámbitos familiares, ha sido de algún modo revertida, al menos en términos problemáticos. El intento de verificación ha sido llevado adelante en sentido longitudinal, en cuanto la autora dispone tanto de los files conservados de la Amoskeag Company como de las historias de vida de algunos centenares de entrevistados y entrevistadas. Es singular como la misma Hareven explícita haber tenido que recoger historias de vida: “Mientras reconstruía las historias de trabajo y de familia (un procedimiento que duró cuatro años) comencé a entrevistar los ex-trabajadores de la Amoskeag y sus parientes. Esto entendido inicialmente como un modesto ejercicio complementario de los documentos y de la información cuantitativa, se reveló una experiencia atrapante y emocionante. Estuve por publicar un volumen separado de las narraciones de historia oral elegidas cuando muchos de los entrevistados estaban todavía vivos: Amoskeag… El presente volumen coloca las historias orales en los análisis cuantitativos de las historias de la carrera de los trabajadores, de las relaciones de parentesco y de los registros de la corporation…”[11]


La estudiosa estadounidense está convencida de que las diferentes fuentes de investigación son combinables entre ellas, tanto cuando se sostienen recíprocamente como cuando la contradicción es evidente, mostrando de este modo la complejidad del análisis y de la comprensión de lo social.


La organización de la temática del volumen permite seguir un recorrido analítico a través de una serie de focalizaciones sucesivas: la planificación de la ciudad, el paternalismo asistencial de la Amoskeag, el sentido del trabajo, las relaciones de parentela, la adaptación al trabajo industrial, la organización doméstica, las estrategias del trabajo familiar, las vidas de trabajo, las carreras, las luchas, la huelga. Sobre cada uno de estos aspectos la reconstrucción es conjuntamente histórica, documental, estadística, económica y sociológica con continuas citas de las historias de vida que agregan “riqueza y profundidad” al enfoque del social change[12]. Algunas historias habían sido publicadas en Amoskeag, otra fueron agregadas, otros fragmentos pertenecen a textos recogidos en el volumen precedente pero que no fueron transcriptos en el segundo libro.


Desde el punto de vista metodológico, Family time and industrial time denota también una mejor conciencia del valor expresado en el enfoque biográfico, que genera conocimiento más que recuperar informaciones[13]. Tal conocimiento puede ser comparado con otros datos de naturaleza diferente. En realidad Hareven parece propensa a considerar principalmente este paso ulterior en términos de necesidad y no de mera posibilidad. En esto la autora no niega su formación histórica de estudiosa atenta al dato demográfico, a las tasas de natalidad y a los ciclos de vida. Al mismo tiempo ella no pierde de vista las teorías sociológicas, las metodologías aplicadas a la oralidad y las investigaciones psicológicas. Además porque el hecho de trabajar en el campo de investigación la obliga de todos modos a tener presente los problemas más amplios de carácter interdisciplinar. Por este motivo la autora llega a afirmar que “a través de la historia oral, el investigador puede comprender mejor como la gente da significado a su propia vida y, lo que es más importante, cómo interpreta la propia vida pasada en el contexto de la propia cultura”[14]. En otras palabras, Hareven concluye escribiendo que “La historia oral es una fuente potente e indispensable; ofrece una profundidad de insight que raramente se puede obtener a través de otras fuentes. Sólo ella ofrece la posibilidad de una reconstrucción subjetiva de la vida pasada. Como las surveys (investigaciones),  hace emerger actitudes y percepciones, pero a diferencia de estas surveys, coloca tales percepciones en el contexto de la life history de un individuo”[15].


Es conveniente recoger una última indicación: en el ámbito de las historias de vida es necesario estar atento a los posibles planos de vida, que se asemejan mucho a aquellas que Thomas y Znaniecki llamaban “life organization”. Emerge así el tema de la proyectualidad, que inspirado en algunos principios de acción, se convierte en un indicio peculiar de los objetivos perseguidos por las personas. En particular, Hareven entrevé una doble tipología: un plano de defensa para resolver los problemas contingentes relacionados a crisis repetidas y a varias inseguridades; y un plano de amplio alcance de carácter inter-generacional para garantizar el bienestar y adquirir nuevos beneficios.


Conclusión


La impresión que emerge leyendo los dos textos de Hareven es que la autora ha llegado a conclusiones metodológicas no tomadas en consideración completamente al principio de su estudio sobre Amoskeag. En otras palabras, ha sido la experiencia de investigación en el campo lo que ha llevado a la investigadora a no poder renunciar al enfoque biográfico. Al mismo tiempo es oportuno y obvio que surjan tablas estadísticas y fuentes tradicionales de consulta archivista en un caso como el de Amoskeag. Es más, el ejemplo aquí analizado es altamente significativo porque ha sido realizado por una investigadora no habituada al uso de una metodología prevalentemente cualitativa (aunque ya existían premisas de este tipo en los estudios que han precedido o acompañado las dos publicaciones sobre la comunidad del New Hampshire).


En efecto, Tamara Hareven, que dirige el Journal of Family History, tiene un largo curriculum de investigaciones empíricas en el ámbito de la historia social, en particular sobre el rol de la familia en la sociedad estadounidense.


En un artículo publicado sobre Daedalus ya habían sido presentados algunos interrogantes que sólo las historias de vida podían resolver: “Los individuos, ¿cómo han transcurrido el curso de su vida?, ¿Cómo han regulado los cambios de un rol a otro?, ¿Cómo ha sido relacionada esta regulación con su experiencia familiar y con las condiciones sociales externas?, ¿De qué modo ha variado tal experiencia en el ámbito de las mismas categorías (cohorts) de edad?, ¿Cómo han variado en el tiempo estos procesos y cómo se han diversificado respecto a los actuales? Las respuestas a preguntas como éstas serían útiles para explicar la posición de individuos y grupos de edad en diversas épocas del pasado y aclararían sus intenciones con las condiciones actuales”[16]. Es aún más explícito cuando se habla de la diferencia entre ciclo de vida (según la formulación de Erik Erikson) y curso de vida[17], subrayando la función estratégica de la experiencia común y analizando sobre todo “el modo contemporáneo en que procede el desarrollo individual (synchronizations) junto con la experiencia colectiva de la familia tal cual como se desarrolla durante toda la vida. El ‘curso de vida’ es más amplio que el desarrollo individual y que la organización colectiva de la familia donde los individuos se desarrollan (move) durante sus vidas”[18].


Otros ensayos se refieren a una línea exclusiva de enfoque estadístico y archivistico, pero no dejan de evocar ulteriores recorridos cuando se sostiene que “nuestras hipótesis requieren un mayor soporte cuantitativo y cualitativo”[19].


El mismo tema de la relación entre tiempo familiar y tiempo histórico le había dado a Hareven la ocasión de anticipar ya en 1977 algunas líneas que se encuentran en el texto publicado en 1982. En efecto, se individualizaba el estrecho nexo entre eventos como el matrimonio, el nacimiento, el desplazamiento de los individuos de una parte a otra, las cambiantes condiciones sociales, es decir, el tiempo histórico[20]. Estas anticipaciones eran de 1978 y de 1979 con una primera utilización de citas de historias de vida, aunque en realidad con funciones más bien secundarias[21].


En definitiva se puede decir que la sensibilidad y la experiencia de la historia americana se fueron perfeccionando en el tiempo en lo que concierne la dimensión biográfica como dato cualitativo, dotado de un significado digno de consideración científica. Los resultados obtenidos representan indudablemente un punto de referencia para quien quiera practicar una perspectiva interdisciplinar, adecuadamente calibrada sobre las exigencias de la investigación empírica. Todavía el precedente estudio de Hareven no es algo que pesa, al contrario, prueba una vez más que la contraposición entre cantidad y calidad es tal vez sólo un punto de conflicto académico más que una real discriminación científica. Si la autora de Amoskeag pudo indicar nuevos itinerarios para la historia y para la sociología se debe también a toda una serie de precedentes[22] que van colocados en un continuum típicamente científico como es el de proceder por aproximaciones sucesivas. De este modo el análisis cuantitativo y cualitativo se acercan tanto que existen calificados ejemplos del uso fundamental de las historias de vida como eje principal de una investigación completa[23].



[1]. Cfr. T. K. Hareven, R. Langenbach, Amoskeag. Life and work in an American Factory-City, Pantheon Books, Nueva York, 1978, pag. 400.


[2]. Cfr. T. K. Hareven, R. Langenbach, Op. cit., pag. 113-123.


[3]. Cfr. T. K. Hareven, R. Langenbach, Op. cit., pag. 295-306.


[4]. Cfr. T. K. Hareven, R. Langenbach , Op. cit., pag. 29.


[5]. T. K. Hareven, R. Langenbach Op. cit., pag. 32.


[6]. Cfr. T. K. Hareven, R. Langenbach, Op. cit., pag. 379-389.


[7]. Cfr. International Journal of Oral History, Vol. 1, N° 2, Junio, 1980, pag. 139-142.


[8]. Agradezco a la profesora Harriet Zuckerman de la Universidad de Columbia de Nueva York por haberme señalado desde hace tiempo la producción científica de Tamara Hareven.


[9]. Cambridge University Press, Cambridge, 1982, pag. 474.


[10]. Con respecto a este tema se puede coincidir con la oponión de Neil Smelser: “I know no study in which the investigator has analyzed such a diverse array of relevant institutional and personal data so well”. Para comentarios sobre Amoskeag cfr. N. J. Smelser, S. Halper, “The Historical Triangulation of Family, Economy and Education”, American Journal of Sociology, 84, 1978, Supplement, pag. S288-S315.


[11]. T. Hareven, Family time and industrial time, op. cit., pag. XII.


[12]. Cfr. T. Hareven, Op. cit., pag. XIV.


[13]. Cfr. T. Hareven, Op. cit., pag. 373.


[14]. T. Hareven, Op. cit., pag. 379. Ver también “Family history at the crossroads: linking familial and historical change”, Journal of Family History, Spring, 1987.


[15]. T. Hareven, Op. cit., pag. 382.


[16]. T. Hareven, “The Last Stage: Historical Adulthood and Old Age”, Daedalus, Fall, 1976, pag. 16.


[17]. Para una discusión más articulada sobre este tema cfr. T. Hareven, “Cycles, courses and cohorts: reflections on theoretical and methodological approaches to the historical study of family development”, Journal of social history, septiembre, 1978, pag. 97-109.


[18]. T. Hareven, Op. cit., pag. 26, nota 9.


[19]. H. P. Chudacoff, T. K. Hareven, “Family Transitions into Old Age”, en T.K. Hareven (compilador.), Transitions: the Family and the Life Course in Historical Perspective, Academic Press, Nueva York, 1978. pag. 241. También de los mismos autores, cfr. “From the empty nest to family dissolution: life courses transitions into old age”, Journal of Family History, primavera, 1979, pag. 69-83.


[20]. Cfr. T. K. Hareven, “Family Time and Historical Time”, Daedalus, primavera, 1977, pag. 59.


[21]. Cfr. T. K. Hareven, “The Dynamics of Kin in an Industrial Community”, American Journal of Sociology, 84, 1978, Supplement, pag. S181; “Historical changes in the American family”, “Family and work in an industrial community”, The Carroll Lectures, Mary Baldwin College, 19-20 de Marzo, 1979, pag. 34.


[22]. Para una visión general sobre la realidad americana cfr. T. K. Hareven, “American Families in Transition: Historical Perspectives on Change”, en F. Walsh (compilador.), Normal Families in Social Cultural Context, Guilford Press, Nueva York, 1981, pag. 446-465. Para otro ejemplo específico de análisis histórico-demográfico cfr. K. Oppenheim Mason, M. A. Vinovskis, T. K. Hareven, “Women’s Work and the Life Course in Essex County, Massachusetts, 1980”, en T. K. Hareven (compiladora), Transitions, op. cit., pag. 187-216.


[23]. Tal es el caso de un reciente best seller de la investigación sociológica estadounidense, que se basa en cuatro life stories ejemplares (a pesar que su uso instrumental es discutible): cfr. R. N. Bellah, R. Madsen, W. M. Sullivan, A. Swidler, S. M. Tipton, Habits of the Heart: Individualism and Commitment in American Life, University of California Press, Berkeley, 1985, pag. 360.